lunes, 26 de enero de 2015

Escribiendo de a ratos

Empecé 2015 con muchas ganas y de pronto me encontré, ¿cómo no? trabado con varias cosas. Cierto, me fui de vacaciones unos días y me sirvió de mucho, pero cuando volví tenía que cumplir un compromiso laboral que, muy a mi pesar, se alargó mucho más de lo deseado, superponiéndose sobre mi tiempo de escritura y otras obligaciones.

Fue así que muchos de mis planes se fueron un poco por el caño, pero ey, después de todo, eso es algo común. Me importa, pero creo que ahora me duele menos. Siempre hay otro día, otra oportunidad. Cuando logré acomodarme, pude utilizar los huecos para hacer muchas pequeñas cosas, tanto personales como creativas, para evitar que se acumularan. Y hace unos pocos días, pude encarar de nuevo los dos proyectos principales de estos primeros meses del año: la segunda edición de Cómo crear un mundo de juego (actualmente descatalogada la primera edición) y mi antología de cuentos de ciencia ficción, A la deriva.

El primero viene avanzando con gran lentitud desde hace mucho tiempo, pero en los últimos meses pude ponerle mucho de lo que le faltaba. Es un trabajo que costó, también, porque planteaba la revisión y adición de mucho material nuevo. Lamentablemente tuve muchos parates en el medio, sobre todo por cuestiones laborales, así que no quiero llegar a la época de clases sin haberlo terminado, porque va a pasar de nuevo. En estos día pude llenar bastante los huecos del último capítulo. Un poquito más, creo yo, y ya lo termino.

Con respecto a A la deriva, se trata de la tercera recompensa del proyecto de creación de Studio Ergo Sum como una editorial digital. En un momento decidí que debía tener 21 cuentos y eso, con el tiempo, me generó un pequeño dolor de cabeza. Varios de los cuentos que había escrito tiempo atrás habían dejado de gustarme o, al ser reescritos, demostraron alguna falencia. Eso, sumado a que debía escribir cuentos nuevos, hizo que tuviera que ponerme a pensar bastante sobre qué hacer.

Hace unos días terminé el 20º cuento, que me dejó muy satisfecho. Pero después arranqué el año y pasó todo esto. Tuve una grata sorpresa al descubrir que no tenía que pensar otro cuento: había anotado una buena idea hace unas semanas, y con la locura de fin de año, me había olvidado. Pero ayer me senté a escribirlo y de pronto esa idea, que parecía buena, no lo era tanto. Así que me tomé un momento para pensar, apareció otra cosa y empecé por otro lado.

Así que en eso estoy: viendo cómo terminar dos proyectos a la vez. Si no los termino ahora, no voy a poder avanzar con los demás. Febrero es la nueva frontera, con enero ya casi terminado. A ver qué nos depara todo esto.
 

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