jueves, 21 de abril de 2016

Un poquito pasado de rosca

La situación real puede variar de la presentada aquí.
Básicamente, hay menos azul, y en lugar de mundos pequeños que se acercan
a mis ojos hay dolores de cabeza, días de mal sueño y algo de ansiedad
y molestia generalizada.
Decía en mi última y ya algo lejana entrada que había logrado un gran objetivo, pero que la lucha seguía, sin tregua, por conseguir otros que estaban ahí, a la espera.

Bueno, la cosa es que sigo machando y a veces pareciera que nada cambia. Hago mil cosas por día, pero siempre queda algo, y solamente puedo escribir pocas horas a la semana, mucho menos de lo que me gustaría.

Hace ya unos diez días que pasé por una etapa bastante frustrante, de ansiedad y algo de bronca por no poder continuar revisando el texto del libro que había terminado. Después el problema se solucionó solo, encontré tiempo y lo dejé pasar.

Pero después, esta semana, comencé a sentirme mal de nuevo. Y comprendí que sin escritura, algo estaba perdido dentro mío. Me sentía fuera de mí mismo; extranjero en mi propia vida.

Aunque lo piense y acomode un poco las ideas, la cuestión es sencilla: me pongo mal porque de pronto, debido al trabajo y otros proyectos de todo tipo, tengo poco tiempo para terminar con la revisión de este libro para la editorial. Y si no termino esto no puedo escribir varios guiones que necesito. Ni terminar de reescribir Fragmentos del fuego, otro de mis proyectos que no quiero ver empantanados.

Por si fuera poco, y esto agrega más leña al fuego, repasando mi libro sobre rol descubrí varias cosas más sobre Aerith que quiero retocar, rehacer o mejorar. Y no, tampoco tengo tiempo. Hay que hacer cirugía, nada muy elaborado, pero se requiere concentración. Hay proyectos en los que uno puede ir rebotando; otros que requieren dedicación completa. Y estos dos son de ese último tipo: trabajos de tiempo completo.

Puf. Empecé a escribir sin ganas, y ahora quedó un poco... cómo decirlo? No sé. Supongo que son muchas cosas para procesar. Y muchas cosas que no siempre se pueden solucionar.

Lo bueno, tal vez, es que no resulta un caso grave de frustración, como podría haber sido en otros momentos de mi vida. Creo que en el fondo sabía que esto pasaría, cuando empecé a aceptar ideas y comencé proyectos. Pero como son cosas que amo, decidí meterme de lleno.

Así que no me quejo, pero sí, me resulta incómodo. La verdad es que mucho no queda para hacer; las semanas son todas iguales (¿otra de las cosas que me molesta?) y siempre estoy corriendo detrás de la perdiz. Pero bueno, ya alcanzaré alguna; lo bueno de tener una decena de proyectos es que eventualmente, con algo de planificación e insistencia, alguno se concreta.
 

Blogger news

Blogroll

About